La Primera Comunión es un rito religioso de la Iglesia Católica que marca un punto importante del crecimiento espiritual de la persona. Es el evento en el que un individuo, generalmente alrededor de los siete años de edad, recibe por primera vez el sacramento de la Eucaristía, considerado el más sagrado y central para la doctrina católica.
El origen de la Primera Comunión como rito específico y separado de la Confirmación se sitúa en la Edad Media, bajo las enseñanzas de San Pío X. El Papa decidió separar ambos sacramentos con la idea de que cada uno tenía su propio significado. La Primera Comunión es el momento en el que los niños tienen por primera vez contacto directo con Dios, comiendo del cuerpo y bebiendo de la sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino.
La historia de la Primera Comunión, aun siendo un elemento importante en la vida de muchos católicos, no ha estado exenta de controversias. En sus primeros días, la Iglesia Católica exigía que los niños tuvieran un nivel de conocimiento teológico adecuado para entender la importancia de la Primera Comunión. Sin embargo, dada la corta edad de los niños, esto solía ser difícil, lo que generó debates en la Iglesia.
Fue durante el Concilio de Trento, en el siglo XV, que se estableció que los niños debían recibir la Primera Comunión a una edad donde pudieran entender el concepto del primera comunion bien y del mal. Este criterio se ha mantenido en gran medida hasta nuestros días, aunque varía dependiendo de la edad madurativa de los niños y las costumbres de cada parroquia.
Los historiadores del catolicismo consideran que la Primera Comunión ha jugado un papel vital en la educación de los niños católicos, siendo una oportunidad única para introducirlos a los misterios de la fe. Además, es un evento que simboliza la aceptación de responsabilidades religiosas, así como una oportunidad para la reunión y celebración familiar.